He estado un poco desaparecida pero es que esta semana he tenido un poco de todo, y no he dado a basto con nada.
El fin de semana estuvimos de escapada por un pueblo de montaña. Nos llevamos a Unai, y tengo que decir que para ser su primer viaje se ha portado estupendamente. Ha sido un fin de semana de reencuentros con viejos amigos, con amigos de los de toda la vida, de los de verdad. Así que imaginaos la ilusión que me hacía ese escapadita.
Hemos aprovechado para dar largos paseos por la montaña (lo que ha traído sus consecuencias) y para ponernos al día con los amigos a los que la distancia hace que no podamos ver con más frecuencia. ¿Que más se puede pedir? Unai ha enamorado a todos, y a nosotros nos ha sorprendido lo bien que se ha portado. No es que no se porte bien en casa, pero es que fuera se ha portado aún mejor. Los niños han disfrutado como indios con el, y el se ha comido todas las piñas que ha encontrado por el camino (le encantan las piñas!) Pero si le decíamos que la soltara, la soltaba a la primera, así que nos ha dejado como unos buenos educadores, y a el, como a un perro muy obediente, jajaja.
En contrapartida, el finde me dejó una gripe de la que he estado recuperandome durante casi toda la semana, y cuando he vuelto al trabajo... Ay, madre! la mesa no se veía de la cantidad de papeles que tenía encima! Pero bueno, al menos he tenido este finde para recuperar.
Como ya os he contado, estuvimos dando paseos por la montaña. Nos preparábamos nosotros, y le llevábamos al perro agua, y un recipiente plegable que descubrí el otro día en una tienda y que ha sido todo un descubrimiento. El domingo, durante el paseo, vimos que Unai andaba un poco cojo de las patas delanteras, pero solo al empezar a andar. De esas cosas que no estas muy segura, porque luego seguía andando y no se lo notábamos.
Como el lunes seguía igual, y le estuvimos mirando a ver si se había clavado algún pinchito, y no le vimos nada, lo acerqué al veterinario. Cuando lo miró, me descartó que fuera ningún pincho, ni ninguna fisura ni rotura (que era realmente lo que me asustaba) así que finalmente, tras mirarlo detenidamente, me dio el diagnostico: Probablemente era algo solo muscular. Me preguntó que habíamos hecho los días anteriores, y cuando se lo conté, fue claro: ¡¡Lo que tenía Unai eran AGUJETAS!! ¿Os lo podéis creer? ¿Un perro con agujetas? jajaja. Cuando me lo dijo, me entró la risa. Nosotros preocupados por si se había fisurado una pata o algo grave, y lo que tenía el "Señorito" son agujetas! Nunca pensé que un perro podía llegar a tener agujetas, la verdad, pero si lo piensas, tiene sentido. El no esta acostumbrado a esas palizas de monte, así que lo único que le faltó decirnos era "Anda que ¡ya os vale! ¡que paliza me habéis metido, que no me puedo ni mover!" jajaja
Cuando se lo conté a mi hermana le entró un ataque de risa, y me dijo que tenía el perro más pijo de toda la ciudad, jajaja. Creo que tiene razón.
¿Qué os parece? ¿Alguna ha tenido un perro con agujetas alguna vez?