Con el permiso de mi querida amiga de Andújar, titulo así mi entrada de hoy, por que realmente ha sido un fin de semana de "Calpe" Diem total.
Como ya os había adelantado, el viernes llegamos a Calpe, con la intención de desconectar lo máximo posible y con una necesidad casi imperiosa de hacerlo también, porque no reconocerlo. El hotel, una maravilla, nos alojábamos en una habitación superior con vistas al Peñón de Ifach, que sinceramente, cumplía todas las expectativas.
La habitación era bastante grande, y tenia una cama king size en la que no llegaba ni siquiera a rozar a mi marido casi casi ni queriendo. El hotel, que es nuevo, tiene una decoración minimalista y de diseño que hace muy agradable la estancia. Desde los enormes ventanales de la cafetería teníamos una panorámica de la playa con el Peñón al fondo, que era una maravilla.
El viernes llegamos ya anocheciendo así que tampoco hicimos gran cosa. Bueno, es que tampoco hemos hecho gran cosa en todo el fin de semana, salvo desconectar y disfrutar de la estancia, jajaja. Estuvimos cenando en un restaurante cercano, y dando un paseo tranquilo.
Cuando bajamos a desayunar al día siguiente, entramos en un salón con vistas a la bahía, que es una delicia. El desayuno, impresionante, creo que estaba al mismo nivel que el del hotel en el que me alojé en Isla Mauricio, del cual tengo un gratísimo recuerdo. Miles de tipos de dulces, de panes, de cereales, de zumos (Es el primer hotel donde he conseguido tomar en el desayuno zumo de naranja natural, no de bote!!!), bodegones de frutas y macedonias preparadas, un stand solo para poner en él infinitos tipos de quesos, fiambres, patés, etc. Y otro solo para comida más contundente, tipo desayuno inglés (con sus huevos, salchichas, tortillas, bacon, tortitas, crepes, ...). En fin, pocos hoteles he conocido hasta ahora que tuvieran tanta variedad, y sobre todo de tanta calidad como el de este fin de semana. Vamos, ¡es que podías hasta desayunar con Cava si te apetecía! Claro, una llega allí, y no puede evitar que le entren ganas de probarlo todo, aunque lógicamente, se limita a algo de fruta, algo dulce, algo de pan, y café con leche.
Después de aquel desayuno, tocaba pasear mucho y conocer la zona. Estuvimos en la playa, y visitando las ruinas romanas de la zona. Conocimos los baños de la reina y aprovechamos cada rayo de sol que recibíamos, como si hubiéramos estado encerrados dos años. (Y no me extraña porque vaya invierno más gris hemos tenido).
Por la tarde, nos dedicamos al culto al cuerpo, y no me refiero a meternos en la Sala de Fitness, sino que nos metimos en el Spa del hotel y estuvimos disfrutando de aquello. Una se pregunta y se asombra de las cosas tan distintas que se pueden hacer simplemente ¡con agua! Y como remate final a la tarde de mimos, aquí una se dió un tratamiento de chocolaterapia, que hizo que saliera como nueva, tanto por dentro como por fuera. Ains, si se pudiera hacer esto todas las semanas!
Despertarte al amanecer escuchando el mar, y descubriendo la playa, aun solitaria, con aquellas vistas, es algo indescriptible.
Para rematar, también nos hemos dado un homenaje culinario y conocimos uno de los mejores restaurantes de la zona. Simplemente, exquisito.
En resumen, que creo que he conseguido aquello que me propuse el viernes: desconectar, dejar la mente en blanco, no pensar en todos los problemas, y disfrutar el momento cada minuto. Vamos, un carpe diem en toda regla.
Y claro, con este fin de semana de relax y deleite, ¿quien es el guapo que vuelve el lunes al trabajo? En fin, por lo menos me consuela que esta semana es cortita, por la Semana Santa a la vuelta de la esquina.