lunes, 29 de marzo de 2010

Crónica de mi "Calpe" Diem

Con el permiso de mi querida amiga de Andújar, titulo así mi entrada de hoy, por que realmente ha sido un fin de semana de "Calpe" Diem total.

Como ya os había adelantado, el viernes llegamos a Calpe, con la intención de desconectar lo máximo posible y con una necesidad casi imperiosa de hacerlo también, porque no reconocerlo. El hotel, una maravilla, nos alojábamos en una habitación superior con vistas al Peñón de Ifach, que sinceramente, cumplía todas las expectativas.

La habitación era bastante grande, y tenia una cama king size en la que no llegaba ni siquiera a rozar a mi marido casi casi ni queriendo. El hotel, que es nuevo, tiene una decoración minimalista y de diseño que hace muy agradable la estancia. Desde los enormes ventanales de la cafetería teníamos una panorámica de la playa con el Peñón al fondo, que era una maravilla.

El viernes llegamos ya anocheciendo así que tampoco hicimos gran cosa. Bueno, es que tampoco hemos hecho gran cosa en todo el fin de semana, salvo desconectar y disfrutar de la estancia, jajaja. Estuvimos cenando en un restaurante cercano, y dando un paseo tranquilo.


Cuando bajamos a desayunar al día siguiente, entramos en un salón con vistas a la bahía, que es una delicia. El desayuno, impresionante, creo que estaba al mismo nivel que el del hotel en el que me alojé en Isla Mauricio, del cual tengo un gratísimo recuerdo. Miles de tipos de dulces, de panes, de cereales, de zumos (Es el primer hotel donde he conseguido tomar en el desayuno zumo de naranja natural, no de bote!!!), bodegones de frutas y macedonias preparadas, un stand solo para poner en él infinitos tipos de quesos, fiambres, patés, etc. Y otro solo para comida más contundente, tipo desayuno inglés (con sus huevos, salchichas, tortillas, bacon, tortitas, crepes, ...). En fin, pocos hoteles he conocido hasta ahora que tuvieran tanta variedad, y sobre todo de tanta calidad como el de este fin de semana. Vamos, ¡es que podías hasta desayunar con Cava si te apetecía! Claro, una llega allí, y no puede evitar que le entren ganas de probarlo todo, aunque lógicamente, se limita a algo de fruta, algo dulce, algo de pan, y café con leche.

Después de aquel desayuno, tocaba pasear mucho y conocer la zona. Estuvimos en la playa, y visitando las ruinas romanas de la zona. Conocimos los baños de la reina y aprovechamos cada rayo de sol que recibíamos, como si hubiéramos estado encerrados dos años. (Y no me extraña porque vaya invierno más gris hemos tenido).

Por la tarde, nos dedicamos al culto al cuerpo, y no me refiero a meternos en la Sala de Fitness, sino que nos metimos en el Spa del hotel y estuvimos disfrutando de aquello. Una se pregunta y se asombra de las cosas tan distintas que se pueden hacer simplemente ¡con agua! Y como remate final a la tarde de mimos, aquí una se dió un tratamiento de chocolaterapia, que hizo que saliera como nueva, tanto por dentro como por fuera. Ains, si se pudiera hacer esto todas las semanas!

Despertarte al amanecer escuchando el mar, y descubriendo la playa, aun solitaria, con aquellas vistas, es algo indescriptible.

Para rematar, también nos hemos dado un homenaje culinario y conocimos uno de los mejores restaurantes de la zona. Simplemente, exquisito.

En resumen, que creo que he conseguido aquello que me propuse el viernes: desconectar, dejar la mente en blanco, no pensar en todos los problemas, y disfrutar el momento cada minuto. Vamos, un carpe diem en toda regla.

Y claro, con este fin de semana de relax y deleite, ¿quien es el guapo que vuelve el lunes al trabajo? En fin, por lo menos me consuela que esta semana es cortita, por la Semana Santa a la vuelta de la esquina.

viernes, 26 de marzo de 2010

Vacaciones mentales

Hoy es viernes. YUPIIII!!! Comienza el fin de semana. Después de una laaaaarga semana, por fin llega el viernes.

Estoy contenta. Me voy esta tarde a Calpe, a un hotelazo de Cinco Estrellas en el que no pienso hacer nada en todo el fin de semana, salvo desconectar. Vacaciones mentales. Voy a guardar en un cajón mis pensamientos, y voy a dejar la mente en blanco.

Aunque no hace especialmente un sol radiante para la zona en la que estamos, al menos no llueve, y el sol asoma tímidamente a ratos. A ver si mañana hay más suerte. Pienso dedicarme a disfrutar de la escapada al máximo. Voy a dedicarme a leer en una tumbona al sol, a descansar, a dar paseos por la playa, quizá suba al Peñón de Ifach, que nunca lo he hecho, y de postre, me pienso meter en el Spa del hotel (Ups, que no se me olvide el biquini!) y me voy a regalar un masaje de chocolaterapia, o de vinoterapia, o de cualquier otra "Nosequeterapia" que se me antoje. Y voy a disfrutar el simple hecho de estar con mi marido allí, tranquilos, disfrutando del silencio.

Me hace especialmente ilusión esta escapada, por que además, creo que lo necesito. Disfrutar de lo que nos brinda la vida, y vivirlo con intensidad, eso es lo que necesito. Y dejar de pensar en todo lo que tengo encima. Vacaciones mentales.

Voy a intentar prolongar esas vacaciones mentales cuando acabe el fin de, si no razonara tanto las cosas, estoy segura que sería mucho más feliz. Lo malo es que una es como es, y no puede evitar analizar tanto las cosas. Me gustaría ser un poquito más inconsciente. Así que ya que una no viene así "de serie", voy a intentar instalarme ese software en el disco duro. Ya veremos si lo consigo.

Así que ya os contaré que tal ha ido el fin de, y la desconexión mental.

Buen fin de semana a tod@s

miércoles, 24 de marzo de 2010

Coincidencias

Ayer nació el bebé de otra amiga. Vaya semana de alegrones que llevo. Todo fue bien, la madre bien, el bebé bien, y ahora toca aprender a ser madre. Es genial poder compartir con los padres esa alegría.


Por otra parte, ayer hubiera sido el primer cumpleaños de mi bebé, si hubiera seguido adelante el embarazo. No es que estuviera apenada por ello, porque creo que simplemente, aquello, no pudo ser, y no es cuestión de martirizarse por eso, que una ya tiene demasiadas cosas encima. Pero no puedo evitar que se me haya pasado por la cabeza la coincidencia.


Supongo que con el tiempo, que todo lo cura, no me acordaré de este dato cuando llegue la fecha. Pero de momento, si se me pasa por la cabeza. El otro día estuve con unos amigos cuyo hijo nació un par de semanas antes de lo que lo hubiera hecho mi bebé y tampoco pude evitar ver a ese niño que está empezando a andar, y pensar que estaría más o menos en la misma fase que el mio. No obstante, ya no me duele. Sé que es un dato triste, pero no me apena recordarlo. No puedo evitar darme cuenta de esas cosas, pero al menos, mi mente se limita a que pase ese pensamiento por ella, pero sin recrearme en la pena. Claro está, que si hubiera tenido el aborto cuando el embarazo hubiera estado más avanzado, estoy segura que aún seguiría muy apenada por aquello. Al menos puedo imaginar como deben sentirse esas mujeres, y desde aquí les brindo todo mi apoyo.

La vida a veces se empeña en hacer coincidir ciertas cosas. O es la vida, o es el famoso Murphy, cuya Ley no hace más que fastidiar a la gente. Por que lo peor es que coincidencias positivas no suelen producirse, ¿eh? o quizás es que no nos damos cuenta de ellas, porque el ser humano es masoquista.

¿Y a ti, el Sr. Murphy te ha hecho alguna de las suyas?

martes, 23 de marzo de 2010

No te obsesiones


Hoy seguiré contando mi historia un poquito mas, otro capitulo vamos. Para el que lo quiera leer.


Después de sufrir un aborto, y tras un periodo de descanso aconsejado por los médicos, T y yo volvimos a la carga, con la idea de que pronto volveríamos a conseguir un positivo, y que esta vez, todo iría bien, convenciéndonos a nosotros mismos de lo que nos repetían los médicos, que simplemente había sido mala suerte, y que “estas cosas pasan” (gran razón de peso y muy fundamentada, sí Señor).


Aun así, volvimos a intentarlo llenos de miedos, pero a fuerza de pasar todos estos meses sin conseguirlo, parece que los miedos hasta se han escondido, imagino que hasta que vuelva a tener otro positivo, si es que eso termina ocurriendo.

Tras unos meses sin resultados, en los que esperas que ocurra el milagro y en el que te das cuenta de la cantidad de dinero que habéis perdido en métodos anticonceptivos, decidí ir al médico. Tooooodos me decían, “no te preocupes, no tenéis ningún problema, ya os habéis quedado embarazados una vez, simplemente relajate”. (Qué fácil es ver los toros desde la barrera). Pero yo, aunque sólo fuera por aquello que me decía la gente sobre la relación directa e inversamente proporcional entre la obsesión y el hecho de conseguir el embarazo, preferí que me empezaran a hacer pruebas, a los cuatro meses de empezar de nuevo a intentarlo.

Efectivamente tras las pruebas (y tras los miedos, nervios, dudas e incertidumbres correspondientes) no se puede decir que tengamos grandes problemas, pero sin embargo, el positivo no llega.

Una se empieza a preguntar cómo puede ser que aún no hayas conseguido embarazarte, si la primera vez no costó tanto. Empiezas a ver a adolescentes por la calle empujando un cochecito, y automáticamente piensas que el mundo está muy mal repartido, no entiendes porqué aún no se ha inventado nada para que una se pueda quedar embarazada sólo en el momento en que una quiere, y con la única acción de apretar un botón.

Pones la tele, y te empieza a parecer que hacen demasiados anuncios de bebés, higiene infantil, lactancia, maternidad, y hasta un test de ovulación que te dice cuándo son tus mejores días para quedar embarazada. Y te lo “venden” así, tan fácil, cuando tú sabes que ni siquiera probando con esos test has conseguido pillar el momento perfecto.

Y lo más gracioso es que la gente insiste en que te olvides del tema, y tú piensas “si yo lo intento, pero con tantas agresiones involuntarias a mis intentos por pasar del tema y dejar la mente en blanco, como que es un poco complicado”. Y luego llegan las fiestas, la gente te invita a los cumpleaños de sus hijos, y tú, que intentas ser políticamente correcta, vas al cumpleaños con tu mejor sonrisa y un regalo, porque nadie tiene culpa de nada, pero en realidad, no te apetece ni por un minuto estar rodeada de niños que te recuerdan inevitablemente y aunque tú estés intentando dejar la mente en blanco, que tú aún no lo has conseguido.

Curiosamente, esa misma gente, que te aprecia e intenta ayudarte con sus consejos, son los mismos que te dicen que te relajes y que cuando te olvides del tema ocurrirá. Qué ironía, ¿no? ¿Cómo pretenden que te olvides de todo, si tú lo intentas, y ellos te invitan a una fiesta con niños?


Luego, estas en esas reuniones y te sientes totalmente desubicada, porque todos los que son padres/madres hablan en torno a sus hijos, lo guapos que están (bueno, eso lo suelen decir el resto sobre los hijos de los demás), lo divertidos o graciosos que son, los colegios, los cumpleaños, la educación, en definitiva, la vida de sus hijos. Y tú allí, callada y escuchando pacientemente, participando en lo poco que puedas aportar a la conversación, pero eso sí, se supone que te tienes que olvidar del tema para poder conseguir embarazarte…

Que conste que no es una crítica a los que tienen hijos ¿eh? Imagino que es lo normal, y lo lógico, sólo comento que es bastante complicado olvidarte del tema en esas circunstancias.


Además, es que la gente se debe pensar que estas obsesionada, y que no tienes otra cosa en la cabeza en la que pensar, y yo nunca me he sentido así. Vamos, es que NUNCA he estado así, pero si quieres tener un hijo, por narices tienes que tener relaciones en los días que se suponen que son los más idóneos para ello. Esa es toda la obsesión a la que me he limitado.


Pero la gente, aun así, te dice, “No te obsesiones”. Que te dan ganas de contestar, “no estoy obsesionada, ¿y tú?, ¿De qué me estás hablando si no tienes ni idea porque a ti te vino todo rodado? ¿Acaso te digo yo que estás obsesionada porque tu único tema de conversación son tus hijos? NOOOO, porque no lo pienso, sólo creo que cada uno está centrado en una cosa según el momento que este viviendo. ¿Por qué tú te permites juzgarme y tacharme de obsesionada con el tema, si yo podría decir lo mismo de ti, con las mismas razones de peso (léase en tono irónico) que tú utilizas conmigo?”


Pero te callas, por educación, porque piensas que ellos no tienen la culpa de nada, nadie la tiene, y porque en el fondo, sabes que te dicen esas cosas para intentar ayudarte, y no es muy justo que tú le metas un hachazo.


En resumen, que si tienes una amiga que esta pasando una situación parecida, POR FAVOR, no le digas eso de "Tu relajate y no te obsesiones", porque es la peor manera de intentar animar a esa persona.

lunes, 22 de marzo de 2010

Internet, ¡que gran invento!

Hoy tengo el corazón en un puño. Ayer se puso de parto una buena amiga, y a estas horas todavía no sabemos como ha ido la cosa. Estoy impaciente.

Está ingresada en el hospital desde anoche. Como no vive en la misma ciudad que yo, ayer estuvimos conectadas vía Internet. Estuvimos todas las amigas haciendo una "Ciberfiesta" en su honor, a la que denominamos "ayudame a empujar!", jajaja. Vamos, que lo único que nos faltaban eran las copitas. (Si, se nos va un poco la pinza, lo sabemos)

La cuestión es que nos contó que desde por la mañana estuvo empezando con contracciones, leves, y cada bastante tiempo. Acudió al hospital, y como vive muy cerca de allí, le preguntaron si quería quedarse allí o en su casa, así que prefirió esperar esas horas en casa. Estuvimos distrayéndola, animándola, y diciendo tonterías, y ella se reía y nos iba contando como iba la cosa. Mi marido se quedó perplejo cuando le dije que "estábamos" de parto, alucinó con la que teníamos montada, pero ¿sabéis que? creo que fue la mejor manera de apoyar a una amiga en esos momentos. Y esto, no lo podríamos haber hecho hace no muchos años.

Así que mi aportación al blog de hoy va dedicada a ella, hoy es su día, y nosotras estamos encantadas de poder haber compartido con ella, sus primeras horas de parto, aunque sea vía Internet.

De modo que mucho animo, fuerza, y suerte! Estamos impacientes!

domingo, 21 de marzo de 2010

CÓMO EMPEZÓ TODO. Una alegría muy fugaz

NOTA: Aunque mi intención no es pintarlo todo negro en esta historia, sino proyectar optimismo y alegría, no puedo evitar tener que poner unos garbancitos negros en este cocido de sentimientos.


Cuando cumplí los 35, de repente me di cuenta que era el momento de tener un hijo. Tras pasar unos años disfrutando de mi matrimonio, como se suele decir, el mismo día en que cumplí esa edad decidí que ya era el momento adecuado, aunque a estas alturas no sé si lo que aquel día me lanzó a la piscina tuvo algo que ver con el hecho de empezar a ir cuesta abajo hacia los 40.


Después de consensuarlo con T, ambos nos pusimos a la tarea, con el convencimiento que no iba a conseguirse en el primer mes, pero tampoco imaginándonos todo lo que estamos viviendo ahora.


Sorprendentemente, en el segundo intento lo conseguimos. Tras un primer momento de incredulidad tras ver el Test, llamé a la clínica, me dieron cita para la semana sexta y hasta ese momento estuve cautelosa, como si no quisiera creérmelo del todo, por si algo iba mal en esa visita.


Tras la misma, y solo después de poder escuchar aquel latido, me convencí del todo de que estaba embarazada y todo estaba bien. Yuhu! Alegría, sonrisas, dar la noticia a familiares y amigos, etc. Algo bonito estaba en marcha. Aunque recuerdo aquellos días tambien con un poco de miedo, o más bien un poco asustada, me daba cuenta que ya nunca iba a poder estar tranquilamente tumbada en una hamaca tomando el sol, sin tener un ojo puesto en el bebé. Y que ya nunca iba a poder dormir mil horas en la cama un día festivo, si es lo que me apetecía hacer. Eso me asustaba un poco, pero tambien es algo inevitable si tienes hijos. La reina de las contradicciones al habla de nuevo.


En la semana ocho tuve que volver al ginecólogo, él encendió el ecógrafo, empezó a buscar, y recuerdo que tenía una pantalla enfrente de mí, y que no veía por ningún sitio el puntito rojo que se movía en mi primera visita. Intuí que algo no iba bien.


El ginecólogo, me pregunto, ¿el otro día escuchamos el corazón? Y yo dije un tímido “Sí” con el convencimiento, ya pleno, que aquello no iba como debía de ir. El seguía explorándome, aquellos minutos me parecieron interminables, el silencio podía cortarse en el ambiente, y él buscaba insistentemente poder darme una buena noticia. Finalmente, me dijo algo así como “bueno, parece que esto se ha parado”. Me imagino que para un médico nunca es agradable tener que dar este tipo de noticia.


Me quedé en blanco. ¿Cómo? ¿Pero si todo estaba bien hace dos semanas? ¿Si no he tenido ningún dolor, ni pérdida ni nada de nada? ¿Esto cómo se come? Me sentí como si hubiera hecho un examen, me hubieran dicho que había sacado un diez, y a las dos semanas me hubieran dicho que se habían equivocado, y que estaba suspendida. Mi gine, que es un encanto y siempre me transmite mucha paz, me consoló, me animó, me informó de que tendrían que hacerme un legrado, y me habló con mucha profesionalidad, pero también con mucha ternura, lo cual siempre se agradece.


Salí de allí chafada, noqueada, en blanco, sin asimilar la mala noticia y sin poder creerlo. Y aun me quedaba contárselo a T sin derrumbarme, para que no se preocupara por nada más que por asimilar aquello. Conseguí mantener la calma mientras se lo contaba por teléfono. Me fuí de viaje unos días para olvidarme de todo, y unos días después me hicieron el legrado, todo fue bien, y pensé que necesitaría un tiempo para superar aquello, y para coger fuerzas para volver a intentarlo, sin adivinar que aquella carrera de obstáculos sólo acababa de empezar.


¿Y tú? ¿Has tenido que vivir algo parecido? ¿Cómo lo viviste? ¿Con la misma cara de idiota que se me quedó a mí?

miércoles, 17 de marzo de 2010

Mujer, blanca, casada, busca ...

Como en el título de aquella película, yo también busco. Busco, como todo el mundo, muchas cosas, pero fundamentalmente, ser feliz con la vida que llevo.

Me parece que lo correcto sería presentarme, así que voy a intentar explicar las razones por las que me he lanzado a abrir este espacio.

Últimamente me estoy haciendo adicta a los blogs, me parece que tienen muchas cosas interesantes que enseñar, escritas por personas normales, que tienen virtudes y defectos, alegrías y tristezas, y que intentan pelear con lo que les toca vivir en cada momento.

Desde esta perspectiva, y en mi búsqueda de información por "DoctorSanGoogle" sobre lo que me espera experimentar próximamente, me di cuenta que no existían muchas páginas de españoles que hablaran de lo que supone someterse a tratamientos de infertilidad (o al menos, yo no lo he encontrado). Páginas y foros sobre este tema si he leído, pero, o bien eran páginas más técnicas, con información desde el punto de vista médico explicando en que consisten los tratamientos, o bien eran foros donde las personas que tienen que pasar por este proceso comparten y hablan sobre lo que les va sucediendo en cada momento.

Estas páginas me sirvieron (y me sirven) para intentar encontrar explicación o respuestas a las múltiples dudas que recorren a una persona que esté pasando por esta experiencia, aunque intento no prodigarme mucho por ellas, puesto que considero es un arma de doble filo, y a veces pueden angustiarte más que ayudar a entender ciertas cosas. Así que me pareció interesante poder expresar de alguna manera todas aquellas cosas que sentimos en todo este proceso, y hacerlo de una manera cronológicamente ordenada, de manera que tanto la gente que está pasando por esto, como la gente que no, pero que no sabe como tratar a personas cercanas que sí lo están pasando, pueda verse reflejada en estas líneas.

De este modo, quizá consigamos que alguien se sienta reflejado en mis propias sensaciones y decida compartirlo conmigo, y que otra gente pueda entender un poco mejor todo este entresijo. Con un poco de suerte igual conseguimos que al menos alguna persona caiga en la cuenta que quizá es mejor callar que preguntar, ¿y para cuándo los niños?

Todas las páginas que encontré por ahora, hablan del tema desde la perspectiva (supongo que lógica por otra parte), de personas que pasan por esto y que su mayor deseo es lograr tener un hijo. Sin embargo, en mi caso, (quizá sea la desidia a estas alturas, no sé), me planteo todo esto como algo que tengo que intentar, pero que si no llego a conseguir, no supondrá mi derrumbe. Creo que también podría vivir perfectamente feliz sin tener hijos, sin que ello suponga ningún trauma para mí.

Puede que sea la reina de las contradicciones, quién sabe, pero en esta montaña rusa de sentimientos e indecisiones es donde me encuentro, y quizás haya más gente que se sienta igual que yo. Por eso pretendo que este blog sea un sitio donde poder compartir mis subidas y mis bajadas, mis éxitos y mis fracasos, y mi vida al fin y al cabo, ya sea con hijos o sin ellos. De momento, vamos por lo segundo.